El concepto de "capa de ozono" quiere decir en realidad "zona donde
el ozono es más abundante de lo normal", pero no es en sí misma un
objeto real. Por lo tanto, el agujero tampoco existe realmente, sólo es
una zona donde la concentración de ozono es menor de lo normal.
Los CFCs son demasiado pesados para llegar a la estratosfera
En los primeros 80 kilómetros de la atmósfera terrestre la
composición de los gases es prácticamente invariable con la altura, con
la excepción hecha del vapor de agua. A esta capa se la llama a veces,
por este motivo, homosfera. Se ha citado a veces como ejemplo el radón, gas muy pesado y que no se observa en la estratosfera. Sin embargo, el radón es un gas radiactivo, con un periodo de semidesintegración
de unos pocos días. Debido a esto, en unas pocas semanas el radón que
se produce a ras de suelo ha desaparecido completamente y no le da
tiempo a subir en cantidades importantes a la estratosfera. En el caso
de los CFCs, como son estables, sí tienen ese tiempo.
Los países productores de CFCs están en el hemisferio norte, pero el agujero de ozono está en el hemisferio sur
De igual modo que en el punto anterior, los CFCs se reparten de
forma homogénea. El agujero de ozono es más notorio en la Antártida
debido a temperaturas que se alcanzan allí, lo que permite la formación
de nubes estratosféricas.
Las fuentes naturales de cloro son mucho más importantes que las humanas
El cloro producido por la naturaleza, fundamentalmente en los
volcanes, se disuelve fácilmente en las nubes, por lo que llega a la
estratosfera en pequeñas cantidades. En cambio los CFCs son químicamente
inertes en la troposfera y no se disuelven en agua.
La aparición del agujero de ozono se produce en invierno, cuando prácticamente no llega luz solar
El ozono es una molécula inestable, en ausencia de luz solar no se
genera pero sigue su destrucción, por lo que en invierno su
concentración debe disminuir. Eso ya fue observado por G.M.B. Dobson en
1968. El proceso natural marca un incremento de la concentración de
ozono en primavera, cuando los rayos del sol permiten su creación. Sin
embargo, lo observado en la Antártida es que en primavera la destrucción
se acelera, lo que no corresponde al proceso natural.
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